Problema anatómico
Problema anatómico Julian Santa Cuando aquel objeto demoníaco se le acercó, cerró los ojos inmediatamente y giró su cabeza con un movimiento brusco. Su brazo, expuesto y sostenido por unas manos con sorprendente fuerza, se tensó con miedo a lo que le devenía. El sudor bajaba con rapidez mojando sus cejas, los dientes rechinaban al chocar entre sí, los pulmones, desesperados, buscaban oxígeno, los dedos de los pies se curvaron al instante y dos puños dispuestos a masacrar todo lo que se les pusiera en frente se formaron con rapidez. Sin aviso alguno, un dolor punzante e intenso apareció concentrado en la parte interior del codo. Ahogó un grito. Sintió como poco a poco, con una precisión maquiavélica, su piel se desgarraba. Sus nervios, que ahora eran atravesados, mandaron un último impulso eléctrico al cerebro avisando que algo iba mal. El dolor se intensificó. Cuando el objeto atravesó el último obstáculo y se paró por un instante, el dolor quedó estancado, pero no desapareció.