Filias y Fobias

Al decidir comenzar cualquier curso de escritura, ya sea taller o, como en mi caso, diplomado, te enfrentas a ejercicios que probablemente te terminen gustando mucho. Espero que este sea el caso con la mayoría. En esta ocasión, lo que viene a continuación, se trata de un ejercicio llamada Filias y Fobias, el cual ha sido hecho por una cantidad de escritores y columnistas incontables. En este ejercicio se trabajó bastante el concepto de imagen, pero terminó siendo algo muy personal.

Dejaré el bla bla bla. Aquí están mis Filias y Fobias.

Filias y Fobias

 Julián Santa


FILIAS: El olor del agua de lluvia evaporándose en las piedras después de un aguacero. El alivio maravilloso cuando al llegar a casa, después de un día largo, tedioso e interminable, me quito los zapatos. Despojar los libros nuevos de sus cárceles plásticas y buscar entre los viejos las cicatrices causadas por alguna pluma o resaltador. Jugar Tetris con mi biblioteca. La taquicardia al leer un cuento de Poe, un libro de King o al escuchar el tercer movimiento de cualquier sonata de Beethoven. La simplicidad del Rock and Roll y las armonías de los Beatles. Sentir dolor de garganta al escuchar Twist and Shout y quedar afónico al intentar cantarla. Lennon y sus protestas, McCartney y sus tontas canciones de amor, Harrison y sus obras maestras, Ringo y su perfección rítmica. La novena de Beethoven. Descubrir diariamente una palabra nueva en francés, a veces con más egues que vocales. El vibrato gatuno debajo de la barbilla a medio día.

FOBIAS. Las tres o cuatro enfermeras que se necesitan para sostenerme cada vez que veo una aguja. Que me digan que no duele, que me duela y que después no me crean. Salir de la FILBO con tres kilos de libros a coger bus y no encontrar puesto. La sopa humana de la abuelita Transmilenio. Los experimentos raros en la cocina. Probar, oler y ver los experimentos raros en la cocina. La gente que prefiere sentirse ahogada, desesperada, con ganas de quitarse cada pequeño pelo del cuerpo, al frío. Sentirme ahogado, desesperado y con ganas de quitarme cada pequeño pelo del cuerpo. Estar solo en la casa, con los gatos arrunchados a mis pies, y escuchar un ruido en la cocina. ¿Ya mencioné las agujas? El vibrato gatuno encima del pecho a media noche.

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